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Conflicto Rusia-Ucrania: reflexiones desde el Realismo

Publicado: 23 de abril de 2022

Sergio Romero Miraval

Desde el fin de la Guerra Fría, las relaciones internacionales como disciplina han visto a Ucrania como una ex-República Soviética con el potencial de convertirse en el punto de inflexión en un mundo post-Guerra Fría. Diversos trabajos presentados en la década de 1990 señalan aspectos claves para entender no solo el conflicto, sino cómo el caso de Ucrania da cuenta de un elemento crucial en el desarrollo del sistema y la seguridad internacional. En el presente artículo presentaremos algunas reflexiones desde el Realismo en Relaciones Internacionales sobre el conflicto Rusia-Ucrania, así como su importancia para entender las dinámicas en política internacional.


Por mencionar algunos ejemplos, en 1994 los trabajos de Taras Kuzio y Eugene Rumer cobraron importancia. De un lado, Kuzio (1994) señala en su libro Ukraine-Crimea-Russia: Triangle of Conflict que Crimea fue la única región de Ucrania en la década de 1990 donde surgió el separatismo y potencialmente podría haber tenido lugar un conflicto interétnico entre el gobierno central ucraniano, los rusos étnicos en Crimea y los tártaros de Crimea. En su artículo Will Ukraine return to Russia?, Rumer (1994) considera que una explicación del patrón conflictivo de la política ucraniana se puede encontrar en la división política dentro del país. Asimismo, el surgimiento de Ucrania como Estado independiente ha resaltado diferencias previamente ocultas entre las muchas regiones y grupos étnicos de Ucrania, a la vez que su proceso de nation-building ha desatado fuerzas políticas centrífugas.


Sin duda alguna, el trabajo más resaltante sobre la situación ucraniana es presentado por John J. Mearsheimer (1993). En su artículo The case for a Ukrainian Nuclear Deterrent señala su posición sobre si Ucrania debía o no desprenderse de su arsenal nuclear. Mearsheimer postula que según la lógica convencional se debería obligar a Ucrania a renunciar a sus armas nucleares para garantizar la paz y la estabilidad en Europa, tal y como lo sostenía el ex-presidente Clinton. Según el autor, dicha lógica estaría completamente errada. Por el contrario, sostiene que tan pronto como Ucrania declaró su independencia, los Estados Unidos deberían haber alentado a Ucrania a diseñar su propia disuasión nuclear segura. Ello debido a que la rivalidad ruso-ucraniana es un mal augurio para la seguridad internacional, ya que si Ucrania se ve obligada a mantener un gran ejército convencional el peligro de guerra es mucho mayor que si mantiene una capacidad nuclear. Mearsheimer consideraba que la única garantía de no agresión rusa son las armas nucleares ucranianas, ya que ningún Estado, incluido los Estados Unidos, podría extender una garantía de seguridad.


Siguiendo una lógica realista, las guerras llevadas a cabo por potencias mundiales -Great Powers- son muy costosas, peligrosas, causan una pérdida masiva de vidas, llevan a que otros países se involucren en el conflicto e incrementan la competencia en materia de seguridad. Mearsheimer (1993) sostenía que una guerra entre Rusia y Ucrania, no solo implicaría grandes bajas militares y civiles, sino que existiría una amenaza de escalada más allá de las fronteras de Rusia y Ucrania. Por ejemplo, Rusia podría decidir reconquistar otras partes de la antigua Unión Soviética en medio de la guerra. Polonia y Bielorrusia podrían unir fuerzas contra Ucrania o unirse a Ucrania para evitar un resurgimiento ruso. Dichas proyecciones parecen no haber estado tan alejadas de la realidad, pero necesitan un matiz importante.


Dentro de la tradición realista en Relaciones Internacionales existen discusiones sobre el origen de los conflictos y el comportamiento de los Estados. Desde el Realismo Ofensivo, tradición vinculada a John J. Mearsheimer, existen dos premisas fundamentales. En primer lugar, el imperativo de la supervivencia es incompatible con cualquier tipo de equilibrio entre los Estados. Así, la única garantía de supervivencia en un orden internacional anárquico (la carencia de un gobierno por encima de los Estados) es la primacía, por lo que es un deseo perpetuo para los Estados, principalmente para las potencias mundiales o Great Powers. En el caso del desarrollo de las armas nucleares durante la Guerra Fría, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética pensaban en una victoria nuclear, por lo que no concebían un “balance de poder”. Es decir, compiten para cuestionar el orden bipolar y demostrar quién cuenta con supremacía y asegura su supervivencia.


En segundo lugar, desde el Realismo Ofensivo, una potencia mundial que cuente con una notable ventaja de poder sobre sus rivales es probable que se comporte de manera más agresiva. Ello porque tiene la capacidad de llevar a cabo tal política y porque tiene incentivos para hacerlo. El papel de Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX en la región de América del Sur y la política post-11 de septiembre en Medio Oriente son muestras claras del comportamiento de una superpotencia que pretende obtener una ventaja de poder, lo que implica mayores recursos económicos, zonas de influencia política y control estratégico a nivel geopolítico. En ese sentido, se puede decir que frente a cualquier ocasión, las potencias mundiales no perderán la oportunidad de maximizar su poder, ya que se asume lo siguiente: de no maximizar poder, su rival sí lo hará.


Otra premisa importante dentro del Realismo Ofensivo está basada en la Trampa de Tucídides. Ello refiere a la tensión estructural que se produce cuando una potencia nueva reta a otra potencia ya establecida, lo que crea las condiciones para el estallido de una guerra. Según Tucídides, el ascenso de Atenas (potencia nueva) y el temor que eso inculcó en Esparta (potencia ya establecida) fue lo que hizo que la guerra fuera inevitable. Este arquetipo se da entre Portugal y España a finales del siglo XV, entre el Reino Unido y Estados Unidos a principios del siglo XX, entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la segunda mitad del siglo XX y otros casos. John J. Mearsheimer (2014a) proyecta en su trabajo The Tragedy of Great Power Politics que China y Estados Unidos no podrán escapar de la Trampa de Tucídides. Es decir, China buscará dominar y mostrar supremacía en Asia, mientras que Estados Unidos hará todo lo posible para evitar que eso suceda, por lo que un desenlace conflictivo entre ambas potencias sería inevitable. Ello en virtud de las premisas antes presentadas.


Regresando al caso de Ucrania, luego de la anexión de Crimea por parte de Rusia, John J. Mearsheimer (2014b) publica su controvertido artículo Why the Ukraine crisis is the West’s fault: the Liberal delusions that provoked Putin. Argumenta que el paquete triple de políticas por parte de Occidente es lo que ha provocado la crisis en Ucrania: la expansión de la OTAN, la expansión de la Unión Europea y la promoción de la democracia. En esa línea, la raíz del problema sería la ampliación de la OTAN, el elemento central de una estrategia más amplia para sacar a Ucrania de la órbita de Rusia e integrarla a Occidente. Al mismo tiempo, otro factor fundamental para explicar la crisis es la expansión de la UE hacia el este y el respaldo de Occidente al movimiento a favor de la democracia en Ucrania, comenzando por el apoyo a la Revolución Naranja en 2004.


Cabe mencionar que Rusia no era lo suficientemente fuerte en 2004 para impedir que los Estados bálticos se mantuvieran fuera de la OTAN. Ello cambia en el 2008 con la declaración de Bucarest por parte de la OTAN, en la que declaran que tanto Georgia y Ucrania serían, eventualmente, miembros de dicha alianza política y militar. En ese sentido, frente a una amenaza a su seguridad y supervivencia como potencia mundial o Great Power, Rusia respondería con la invasión a Georgia en 2008 debido a la declaración de Bucarest. En la misma línea, la anexión de Crimea en 2014 sería una respuesta directa a la promoción de democracia por parte de Occidente en el contexto del Euromaidán en Ucrania. Con todo ello, Mearsheimer (2014) señala que las acciones de Putin deberían ser sencillas de comprender. Ucrania, un extenso territorio que cruzaron la Francia napoleónica, la Alemania Imperial y la Alemania Nazi para atacar y poner en peligro a la propia Rusia, sirve como un Estado intermedio de enorme importancia geopolítica para los intereses rusos, principalmente el asegurar su supervivencia. Como señala el autor, imaginemos un escenario en el que China lleve adelante una gran alianza militar e intente incluir a Canadá y México en ella, esto sería visto como un peligro directo a la seguridad estadounidense y ameritaría una respuesta directa y contundente.


Siguiendo la lógica del Realismo Ofensivo, los Estados persiguen su propia seguridad y no perderían ninguna oportunidad para maximizar su poder. En ese sentido, no se puede omitir la agencia con la que cuentan los Estados que “cayeron” en la política expansionista de la OTAN y la Unión Europea. Luego de su independencia, el presidente de Lituania consideró que una aplicación como miembro de la OTAN era una meta en política exterior. Ello en consideración de mejorar y asegurar su seguridad y soberanía territorial. En el mismo sentido, Dinamarca fue uno de los Estados más activos durante la década de 1990 en la búsqueda de una mayor influencia europea en la región báltica. Ello era un mensaje muy claro: las ex-Repúblicas Soviéticas no podían quedarse solas frente a la hegemonía e influencia rusa. Es decir, ha existido mucha iniciativa en política exterior por parte de los países bálticos para poder acceder a la membresía de la OTAN, ello con el fin de asegurar su seguridad frente a Rusia, por lo que no resultaría del todo correcto asegurar que la expansión de la OTAN fue “impuesta” a Europa del Este.


Así, podemos concluir que la expansión de la OTAN, en el mejor de los casos, exacerbó una situación ya tensa, pero no que fue la causa del conflicto del que somos ahora testigos. Estos aportes resultan importantes debido a dos razones. En primer lugar, desde el Realismo Ofensivo, la situación ideal para cualquier país es la dominancia regional y asegurarse que ningún otro actor domine su zona de influencia regional. Este sería el único camino para salvaguardar sus intereses, tal y como lo ha hecho Estados Unidos en el continente americano con el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe. En ese sentido, la búsqueda de una dominancia regional por parte de Rusia sería la causa última del actual conflicto entre Rusia y Ucrania. En segundo lugar, los aportes del Realismo Ofensivo nos ayudan a comprender, no prevenir, las dinámicas internacionales, principalmente de las potencias mundiales o Great Powers, ya que, a nuestro entender, estas se siguen manejando bajo una lógica predominantemente realista. Es por ello que comprender las dinámicas en el sistema internacional resulta, en algunos casos, más importante que detenernos a analizar aspectos tangenciales como figuras presidenciales o sucesos coyunturales, contexto en el cual el Realismo Ofensivo nos brinda herramientas analíticas fundamentales para tal fin.


Referencias


Kuzio, T. (1994). Ukraine-Crimea-Russia: Triangle of Conflict. Ibidem. http://cup.columbia.edu/book/ukrainecrimearussia/9783898217613


Mearsheimer, J. (1993). The case for Ukrainian Nuclear Deterrent. Foreign Affairs, 72(3).https://www.jstor.org/stable/20045622?read-now=1&refreqid=excelsior%3Ada567084b35cedf547be33a904a361a2&seq=1


Mearsheimer, J. (2014a). The Tragedy of Great Power Politics. https://www.amazon.es/Tragedy-Great-Power-Politics/dp/0393349276


Mearsheimer, J. (2014b). Why the Ukraine Crisis is the West’s fault: The Liberal delusions that provoked Putin. Foreign Affairs. https://www.mearsheimer.com/wp-content/uploads/2019/06/Why-the-Ukraine-Crisis-Is.pdf


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